¿Cuánto cuesta una fotografía?

La primera respuesta que me viene a la cabeza cuando me pregunto cuánto cuesta una fotografía es “lo que esté dispuesto a pagar el comprador”. Es lo más sencillo. Pero a veces nos parece una barbaridad lo que se puede llegar a pagar por una buena imagen. Sirva de ejemplo la imagen “Phantom”, del fotógrafo australiano Peter Lik, que se vendió en 2014 por 5.2 millones de euros con cierta polémica detrás de esta operación. Pero no hace falta ir a casos extremos. A veces entramos en una exposición de fotos y nos asombramos al ver los precios, olvidándonos de todo lo que hay detrás de ellas. Pensamos que con tener una buena cámara y unas nociones básicas de cómo utilizarla, es suficiente para tener buenas fotos, y no es cierto ni lo uno ni lo otro. No se es fotógrafo por el hecho de hacer fotos, como no se es escritor por el hecho saber escribir. Detrás de muchas de las imágenes que vemos de grandes fotógrafos hay mucho trabajo, tiempo y esfuerzo (además de cierta cantidad de suerte de la que hablé en mi primera entrada al blog) y eso hay que saber valorarlo.

"Luces y sombras", La Palma, 2015«Luces y sombras», La Palma 2015. Canon EOS 5D Mark III. EF70-200 @ 120 mm,  1/500 s., f/5.6, ISO 100

Yo no soy fotógrafo profesional, no me dedico ni vivo de esto, ni puedo compararme con muchos buenos fotógrafos de naturaleza, pero sí sé el esfuerzo que hay detrás de muchas fotos. Sin ir más lejos, y salvando las diferencias, la que presento más arriba la hice en la isla de La Palma, y es parte del cráter volcánico que rodea a La Caldera de Taburiente, uno de los cuatro parques nacionales que puedes encontrar en Canarias. Para hacerla analicé una ruta que me llevó desde el Roque de los Muchachos, a 2400 metros de altura, hasta Fuencaliente, en el sur de la isla a unos 700 metros de altura. En total fue algo más de 43 Kms de recorrido que realicé durante dos días junto a mi hermano César y mis sobrinos Álvaro y Pablo. Afortunadamente contaba con ellos para ayudarme con el equipo fotográfico, ya que entre cámara, objetivos, filtros y trípode el peso era algo más de 10 kilos, a lo que hay que añadirle agua y algo de comida. Algunos tramos eran más complicados que otros, sobre todo cuando después de varios kilómetros te encuentras con pendientes que te hacen mirar hacia atrás pensando si será más fácil dar la vuelta. Desde el principio mi objetivo, además de disfrutar del paisaje y de la compañía, era conseguir al menos un par de fotos que realmente merecieran el esfuerzo, ese que hace que al menos tú valores la foto. Muchas veces vuelves a casa sin foto, bien porque no encuentras inspiración, buena luz o un buen motivo que fotografiar. Es parte del “juego” y hay que acostumbrarse a ello. La imagen que muestro más arriba es mi preferida de estos dos días, e irónicamente se realizó al principio de la ruta, después de andar solo 5 Kms y cuando el sol no estaba aún muy alto. Para mí era muy importante el juego de luces y sombras que producían los picos más cercanos sobre las paredes internas del cráter volcánico, ya que la combinación de ambas le otorga a la imagen la sensación de profundidad que buscaba. Las texturas y colores rojizos de las rocas también se resaltan más con las luces de principios de la mañana, de ahí la importancia de habernos levantado a las 05.30 de la mañana para llegar a tiempo a localizaciones como esta.
A partir de esta imagen siguieron muchas más (algunas te las muestro más abajo), que quizás no me llamen tanto la atención, pero que guardaré para recordar que muchas veces el esfuerzo tiene su recompensa, y que eso hay que valorarlo. Es el precio que pagamos cuando compramos una foto, no por la foto en sí, sino por todo lo que hay detrás de ella en esfuerzo y preparación.

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